
• Un palacio que por su gran belleza surgió de un capullo como una auténtica mariposa.
Nuestro destino en tierras teotihuacanas es un templo cercano a la Pirámide la Luna; revivió sus colores y formas gracias a una increíble restauración, con vigas de madera y esculturas justo como lo hacían originalmente. ¿Ya conoces nuestro destino en la tierra de dioses? Así es, descubriremos el Templo de la Mariposa-quetzal en Teotihuacán.
Bajando de la Pirámide de la Luna, cerca del Museo de los Murales y justo a un lado de la Calzada de los Muertos, encontramos un lugar como ningún otro, este Palacio que en náhuatl se dice, quetzalli-papálotl y significa Mariposa quetzal, o mariposa de plumas, es un alojamiento para la elite de la elite en Teotihuacán.
Para acceder a él nos reciben dos enormes cabezas de jaguares y comenzamos bajando unas pequeñas escalinatas para recorrer algunas de sus habitaciones y cuartos, ya sin su techo.
Justo adelante nos sorprendemos cuando nos adentramos a las habitaciones de los sacerdotes; ahí existen varias columnas y puertas bloqueadas por las diferentes etapas de la construcción del edificio, pero podemos contemplar varias de sus pinturas originales con sus escalinatas y marcos de madera, algunos con detalles maravillosos de caracoles y flores, entre otras más. Al caminar por sus pasillos, la temperatura baja y parece abrazarnos mientras revelamos los secretos del Templo de la Mariposa-Quetzal. Al salir por la puerta que parece rodeada de luz nos encontramos subiendo por otras escalinatas para acceder a su patio principal, recientemente restaurado. Primero atravesamos la entrada con su techo y sus enormes vigas de madera; esto fue reconstruido así porque al hacer las excavaciones, los arqueólogos encontraron restos de madera y paja.
Al caminar por entre sus pilares nos sentimos como en un viaje en el tiempo, tratando de imaginar cómo lucía en su época dorada, cómo los sacerdotes caminaban por sus pasillos y escalinatas para dirigirse a la Pirámide del Sol en un ritual impresionante.Volteamos la mirada para darnos cuenta que en una esquina existe una puerta en donde se alcanza a ver un destello de pinturas rojas, apresuramos el paso y nos encontramos con un patio de vibrantes colores de pinturas murales.
El patio tiene acceso a tres cuartos, en sus paredes exteriores nos cautivan sus formas de mariposas y plumas de quetzal, es por eso el nombre del palacio. Sus muros en la antigüedad estaban dedicados a la divinidad del agua, tal vez a Tláloc, por ello las representaciones en el interior del templo de caracoles marinos. En la parte superior se restauró en su totalidad las almenas en la forma teotihuacana original, correspondiendo a cada una de las columnas del edificio.
Una de las subestructuras del templo, justo debajo del patio principal, se encuentra el patio de los jaguares; igualmente, encontramos una restauración y sus vivos colores, ahí existen pinturas de jaguares vestidos con penachos, además de representaciones de corazones humanos y caracoles marinos en las habitaciones del Templo Quetzalli.
Nuestro viaje por las tierras teotihuacanas en su ciudad de dioses ha llegado a su fin, pero fue un viaje impresionante en cada escalón subido y bajado en las pirámides y templos; en cada paso en la calzada de los muertos, llenos de energía para descubrir los secretos de cada cuarto y rincón, así como maravillarnos por los increíbles colores de una cultura tan majestuosa como la Maya o Azteca, porque estas ruinas no es de ninguna de ellas, es de la cultura Teotihuacana, lugar donde viven los Dioses.
¿Qué llevar?
• Ropa y calzado cómodo.
• El interior del Templo es frío por la roca, así que lleva un suéter ligero.
¿Qué no llevar?
• El clima puede ser muy caluroso, el museo tiene aire acondicionado, pero no son necesario abrigos y grandes chamarras.
• Si llevas mochilas, existe guardarropa para que las deposites y puedas visitar el museo con mayor comodidad.
• No uses flash en tu cámara fotográfica
• Procura no tocar los murales, depende de nosotros que duren miles de años más.
Por: Raúl García
@RaulGViajes